lunes, 16 de julio de 2012


ES FÁCIL MORIR EN LA MONTAÑA

(Capítulo VI )

Después de despertarles con la broma, y de la obvia bronca, y la inevitable pelea entre David y estos , Alex nos dijo que teníamos que ir pensando en volver ya a la plataforma.
Eran más a o menos las cinco de la tarde. La montaña ahora tenía tonos más rojos y cobrizos que antes; el sol estaba pegando fuerte prolongando la sombra de cualquier arbusto o piedra que podíamos ver. No hacía demasiado calor pero se estaba a gusto.
Yo no quería irme, quería quedarme un rato más allí y los demás también. Alex miró el reloj y luego el suelo pensativo. A mi parecer, Alex, era un lider nato,controlaba todo los que nos pasaba y podíamos contar con él para lo que fuera.
Sugirieron hacer una pequeña marcha para matar el tiempo que consistía en subir por una de las grandes paredes rocosas hasta que llegara la hora de marcharse. No tuve elección porque todos los chicos iban, y si me quedaba con las chicas o bien ,me quedaría sin tema de conversación o si no perdería la imagen que me había estado ganando durante la marcha.

Nos pusimos las botas dejando las mochilas al cargo de las chicas y empezamos a subir. Que poca gracia me hacía subir ahora esa pared rocosa. Era una subida muy pronunciada y me tenía que valer de las manos para continuar. Lo bueno es que me había dado tiempo para descansar todo lo que quería. Delante de mi estaban David, Alex, y Raúl. No veía otra cosa que no fueran los pies de David porque así veía dónde pisaba para poder poner el pie sin caerme. Habíamos subido apenas dos minutos pero era matador , cada paso que dábamos teníamos que alzar el la pierna unos sesenta centímetros del suelo y apoyar en ella todo nuestro peso pasa poder subir. No estaba cansado físicamente, si no que estaba dolorido por mis piernas que me tiraban cada vez que daba un paso.

Seguimos subiendo a un ritmo más o menos normal, yo seguía cansadísimo pero sin quejarme apenas de nada. Después de andar otros cinco minutos nos encontramos un problema. Alex había estado siguiendo
unas pilas de piedras amontonadas por el hombre que indicaban el camino. Al parecer se llamaban "itos" y muchas veces servían de ayuda para orientarse. Pero llegó un momento en el que ninguno veíamos más itos. Estábamos en frente de unos bloques redondeados de piedra enormes, del tamaño de unas casas. Desde lejos parecían amarillos ya que una especie de musgo había crecido sobre ellos pero no parecía siquiera vegetación. Por delante había más pared rocosa que se alzaba grande y potente sobre nosotros. Alex volvió a moverse para subir a ese bloque de piedra tan grande con el fin de poder ver si había algún ito cerca. Nadie le siguió, porque entendimos que era una especie de misión de reconocimiento para poder seguir. Durante esta caminata no habíamos hablado nada, necesitábamos todas nuestras fuerzas para poder seguir y hablar era una forma horrible de malgastarlas.

También observé que David y Raúl tenían en la cara un sentimiento parecido a la ira y me supuse que sería porque la marcha les dejaba muertos de cansancio. Tampoco era yo el más indicado para hablar puesto que escuchaba más mi corazón que mis pensamientos y sentía cada gota de sangre bombear por mis angustiadas piernas. Mientras Alex buscaba el camino nosotros podíamos descansar un rato y coger fuerzas. Pero no nos sirvió de mucho sentarnos puesto que a los dos minutos llegó Alex con la misma expresión de ira en su cara.

-Tenemos un problema- nos dijo un poco alarmado- Hay dos caminos, pero no sé cual coger-
- Venga tio, coge el más fácil; ¿Para qué vamos a matarnos si solo lo hacemos para pasar el tiempo- dijo David enseguida
- Tienes razón, ¿y si mejor nos ponemos una meta? Hasta esa especie de abertura o algo así- contestó Alex
- ( Es para poder quitaros esa ira de encima, ¿o no?) Vale...hasta ahí está bien- afirmé pero en realidad no tenía nada de ganas de seguir con esta caminata.

Y dicho y hecho, subimos el gran bloque de piedra y decidimos ir hacia la derecha. A partir de ahí la conversaciones o intento de ellas se neutralizaron para ahorrar fuerzas ; la subida era matadora y mis ánimos decrecían a medida que avanzábamos. A cada paso que dábamos , las piedras se volvían más grandes y más difíciles de subir, respirábamos más necesitados de aire, nos costaba más subir las piernas... Hubo un momento de desesperación cuando las piedras que nos rodeaban eran enormes y nos intimidaban mirándonos con desprecio. Raúl y David se pararon para descansar y yo les seguí aliviado. Alex al vernos así también se dispuso a descansar. Fue en ese preciso instante cuando nos dimos cuenta que nos habíamos dejado las mochilas con las cantimploras rebosantes de agua fresquita abajo. Calculé una hora y media de bajada, y otra hora de subida. Ellos debieron de hacer lo mismo y se aguantaron la sed al olvidarse de las cantimploras. Yo no tenía mucha sed, quería refrescarme la boca pero era solamente por comodidad. El descanso estaba durando más de lo esperado demostrando así que la subida estaba siendo muy dura.

Yo me paré a mirar nuestra situación detenidamente; estábamos a una hora y media de bajada y a unos dos mil cincuenta metros de altitud, nos quedaba otra hora de subida como mínimo, no contábamos con agua ni con comida así que no sería fácil. También me di cuenta de que el charco dónde nos habíamos bañado había estado visible todo el tiempo, por lo que nos serviría de guía al bajar. Luego miré a mi al rededor esperando encontrar la especie de abertura que dijeron que era la meta. No la encontré pero si qué encontré una plaquita azul taladrada a esas gigantes piedras , la cual parecía ser una esquela. Nadie se había fijado así  que intenté no mirar muy descaradamente para que no se dieran cuenta de su existencia y no me ocultaran la vista entre sus cabezas.
Debido al cansancio, al sol y al sudor de mi cara solo pude leer esto en la placa:
'
A .............................
Morir dónde hayaste la felicidad
Es vivir eternamente.
De tu ......... y amigos.
.../9/19...5          
                                                  '
Era una placa recordando la muerte de un chico o alguna chica que murieron por los alrededores. Supongo que los montañeros amigos suyos o su familia colocó la placa en un sitio dónde sabían que la gente la iba a ver. Me alentaba ver que alguien había estado aquí pero sentí un gran respeto al mismo tiempo. La montaña es muy grande y nosotros somos muy pequeños. Ella permanece mirándonos en todo momento y observando nuestros actos, nosotros tenemos que demostrarla que si que podemos coronarla y no ceder ningún momento. Era un momento de reflexión para mi, los demás se centraban en descansar su cuerpo y yo en pensar en cualquier cosa que se me pasaba por la cabeza. El olor de la montaña era un olor inconfundible, olía a seco, a calor, a estiércol y a polvo. No era un olor desagradable porque al respirar , el aire era tan puro que sentíamos como de deslizaba por tus pulmones como una serpiente de buena índole.
Si que aprecié ese momento de la marcha aún que por poco tiempo.
Es verdad que habíamos estado descansando bastante tiempo y teníamos que llegar a aquella abertura famosa. El sentimiento de ira también era apreciable en mi cara; quería coronar la marcha, quería sentirme realizado. Alex siguió caminando y yo detrás, a sorpresa de David y de Raúl.

Es cierto que estaba cansado y las piernas me dolían, pero no sentía más deseo que el de llegar por fin a nuestra meta. Este entusiasmo luchaba contra mis fuerzas físicas y mi terrible estado físico ganó. A los cinco minutos volvía a estar jadeando y cabizbajo. Sabía que debía hacerlo así que seguí un poco más despacio mirando dónde pisaba con muchísima cautela.

La marcha se iba haciendo cada vez más dura y el paisaje cada vez más abrupto y complicado. Tampoco pude mirar mucho en ese momento. Solo miraba hacia arriba cuando necesitaba las manos para subir otra piedra. Era extraño porque el sol pegaba muy fuerte sobre mi espalda pero yo sentía como si estuviera en un sendero oscuro por el que caminaba solo. Tuve que descansar. Era necesario porque ya estaba casi delirando y jadeando muy rápido. Había surcado varias piedras gigantes y estaba guiándome por una que hacía de muro. Además el paso era complicado en dos aspectos: las piedras que tenía que subir para avanzar requerían mucha fuerza en las piernas , y había en algunos tramos en los que las piedras no estaban sujetas y tenía que procurar no echarlas hacia abajo para no caerme ni perder el equilibrio.

Eso era lo peor de todo, ese sentimiento de pisar y deslizarte casi sin control hasta el punto desde dónde habías dado ese paso. Sentía que tuviera una cuerda atada a mi espalda que no quería que avanzara, Por eso decidí tomar un descanso , reponer el daño se alojaba en todos mis músculos y preocuparme por otra cosa casi más importante; La sed y la falta de agua.

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